Las mentiras dan flores, pero jamás darán frutos.
Proverbio Chino
Otra semana más y aquí seguimos en la última de noviembre. Cada vez vemos más cerca el final del año y como en muchas ocasiones, nos ponemos a hacer esos propósitos de cara al próximo año. También es el momento de hacer balance personal. Pero si algo tiene estas fechas es un poquito de postureo.
No lo digo a las malas. El postureo en sí no es perjudicial. Pero sí a lo que llegamos muchas veces por conseguir dar una imagen social de algo que realmente no somos. Y con las redes sociales parece que se ha convertido en una especie de concurso sin que haya un ganador claro, en el que lo primordial es mostrar a los demás que tenemos lo que casi todo el mundo quiere. Un escaparate en el que ponemos todo lo mejor de cara a la galería, aunque la trastienda se caiga a pedazos.
Conseguir la aprobación de los demás es un juego que nos puede salir caro. Y aunque las redes sociales pueden ser un lugar de encuentro, de conocer o de «cotilleo», también tienen esa otra cara en la que si nos sumergimos sin tener oxígeno, puede llegar a asfixiarnos. Y lo digo porque cada vez son más las personas que tienen que desintoxicarse de las redes sociales, esa adicción sin sustancia en el que se nos hace necesario consumir y pensar cómo y de qué forma exponerse.
Reconozco que a mí en alguna ocasión me ha pasado. Me he puesto a ver cosas y cuando me he querido dar cuenta se me había pasado más del tiempo que quería. Y luego obviamente, ya me faltaba para otras cosas realmente necesarias.
El postureo social nos lleva a creernos que lo que nos muestran es realmente cierto y a eso es a lo que hay que aspirar. Y cuando ves esa vida y echas un vistazo a la tuya te sientes fracasado. Entonces le das vueltas a la cabeza, sientes que no eres suficiente y puedes caer en una depresión o que te de ansiedad porque no sabes qué es lo que has hecho (o no) para no llegar a ese nivel de éxito.
La salud mental y emocional empieza por poner límites a lo que vemos. También a las noticias, de establecer horarios o tiempo determinado a las horas que estamos delante de la pantalla. Y si es necesario, a establecer una desconexión digital o incluso pedir ayuda si lo necesitamos.
El uso de las redes sociales puede afectarnos a nuestro rendimiento, autoestima y forma de relacionarnos. Ni todo lo que vemos es real ni tampoco es mentira. Es simplemente una ventana más.
Que el postureo social no amargue tu existencia real. Sed felices con lo que tenéis y trabajar por conseguir aquello que depende de vosotros.
Con amor,
I.