Al natural

Al natural

«El hombre nunca es sincero cuando interpreta a su propio personaje.
Dale una máscara y te dirá la verdad».
Oscar Wilde

El cielo está azul, uno de mis colores favoritos. Desde mi ventana no puedo vislumbrar ni una nube pero sí un avión lejano del cual desconozco el destino.

El sábado está en calma y el silencio parece que se ha apoderado de mi calle. Tendría que haber publicado el post ayer, pero hay veces que la vida se presenta de sorpresa y tienes que ir adaptando tus tiempos.

Hace un par de semanas, hablando con una de mis mejores amigas, debatíamos sobre el exceso de perfeccionismo que hay en el mundo y que nos tratan de vender casi, a toda costa. Ya no hablamos sólo a nivel físico sino también, emocional. Y yo le argumentaba que es desolador la de enfermedades mentales de todo tipo que me estoy encontrando, especialmente las que van unidas a la depresión, ansiedad y trastornos adaptativos.

En mi trabajo veo prácticamente a diario todo ello en menor o mayor grado. Y cuando les dedicas unos minutos a que te cuenten cómo les afecta en su día a día o qué limitaciones sienten llega a ser desolador.

Sin entrar en más valoraciones porque cada persona tiene sus circunstancias, la imposición social de tener que ser una persona diez con el cuerpo perfecto, el trabajo perfecto, la familia perfecta, la casa perfecta… Digno todo de ser el prototipo ideal, nos sume en profundas luchas internas de las que para salir, se necesita ayuda profesional.

Si le sumamos las corrientes modernistas donde es necesario empoderarse, pero no demasiado. Cuidarse, pero tampoco en exceso. Encontrar nuestra mejor versión, pero sin salirnos de lo que realmente somos… Llega un momento en el que perdemos nuestra meta y nos dejamos llevar por lo que las normas establecen, fruto del consumismo y el márketing más feroz que a la vez, se muestra con tanta sutilidad.

¿No sería más fácil simplemente SER? Así, en mayúsculas. Tal cual.

Hay excesos de filtros: para hablar, en las fotos, en lo que hacemos y cómo nos sentimos. La vida se nos pasa mientras nos escondemos detrás de esa máscara de perfección que queremos vender mientras nos engañamos a nosotras mismas. Camuflando lo que sentimos, cómo nos vemos y en el fondo, mostrando una parte que realmente no somos. Haciéndonos constantes preguntas porque queremos encajar en lo que entendemos es lo «normal», que se traduce muchas veces en lo «deseable».

Qué importante poder ser, así, al natural. Con todas las marcas que te ha ido haciendo la vida. Los surcos que van cavando lentamente el paso del tiempo. Las experiencias acumuladas en el fondo de la mochila. Los zapatos nuevos. La mancha en la camisa. La ropa amontonada para guardar en el armario después. Perfección en la imperfección. La vida en ese instante.

Mirarte al espejo y saber que ese reflejo eres tú, con las luces y sombras. Quererte. Porque así, al natural, eres única e irrepetible. A pesar de los miedos, la incertidumbre y los sueños que quieres cumplir. Con tus tiempos. Tus deseos. Sin necesidad de compararte.

Y no tienes que enmascararte para nadie porque sabes que la vida no tiene aditivos ni conservantes. El sabor del paso del tiempo hace de cada momento un plato digno, único. Irrepetible.

Encontrar quien te saboree en tus días azules y en los grises. Con la alegría entera o a medias. Eufórica de felicidad o hecha un ovillo en el sofá desconectada del mundo. El que te da un abrazo que te junta las piezas que andaban partidas. Su mirada te reta a un cuerpo a cuerpo donde los dos ganamos. Y su sonrisa me pierde.
El que ama, arde. Y yo contigo, incendios.

Me voy con mi chándal y mis deportivas a disfrutar un poco de la ciudad. Disfrutando el día de hoy al natural. En todos los sentidos.

Nos leemos en breve.
Con amor,

I.

Al natural.

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