¿Hacia dónde vas cuando huyes?
Sara Buho
Aprender a reconciliarnos
Dicen que justo después de una guerra, cuando ha quedado todo devastado, arrasado pasta de las llamas, lo más importante es tomar la decisión de reconstruir o abandonarlo para siempre.
Quizás, la decisión más fácil no siempre es la correcta. O quizás, la más sensata no es aquella alternativa que quiere coger el corazón.
De cualquier modo, siempre andamos luchando contra pequeños o grandes monstruos que se presentan en forma de alternativas, opciones, decisiones que nos ponen en guerra con nuestros intereses (o aquellos que pensamos que lo son) para después, comprobar que la guerra se ha librado en terrenos de nuestra propiedad.
¿Cuántas veces has entrado en conflicto contigo? ¿Cuántas veces te has reconciliado con esa parte de ti que necesita más atención, cariño, amor y tiempo para sanar? ¿Te has dado cuenta de cómo te hablas cuando nadie te ve?
La palabra reconciliar viene del latín reconciliare. Es así como reconciliare en origen es hacer volver a alguien a la asamblea, a la unión y al acuerdo con otros.
¿Te has quedado en silencio contigo y te has escuchado? ¿Has dejado ese ratito para ti? ¿O por el contrario te quedas con lo que con el día a día, la rutina, los pensamientos rumiantes o lo que nos dicen los demás?
En ocasiones, la opción más difícil es la que más nos cuesta. O quizás la que no queremos coger. Pero en ese equilibrio por encontrar la paz en mitad de la guerra, la que nos autoprovocamos o provocamos a los demás, nos perdemos.
Reconciliarnos es aceptar que hay cosas que se pueden cambiar, sobre todo, desde el enfoque que le damos, del mismo modo que hay otras que no serán tan fáciles. Tomar la actitud del agradecimiento hacia lo que ese instante quiere mostrarnos siempre ayuda a ver las alternativas.
Pedir(nos) perdón es uno de los actos más valientes y a los que muy pocas personas se enfrentan. Vivir en permanente conflicto termina con la autodestrucción. Y una vez nos hemos roto, cortamos. Y lo que corta, hace daño, duele e hiere.
No se trata de quedarnos encima o debajo sino de quedarnos en paz. Y eso al final, es ganar la guerra.
Nos leemos en breve. Con cariño,
I.
«No tengas miedo a la verdad: puede doler mucho, pero es un dolor sano».
Alejandro Casona
Aprender a reconciliarnos