De lo rápido, lo etéreo y el para siempre

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De lo rápido, lo etéreo y el para siempre

«La vida es tan incierta que la felicidad

debe aprovecharse en el momento en que se presenta».

Alejandro Dumas

De lo rápido, lo etéreo y el para siempre

De lo rápido, lo etéreo y el para siempre

Nada. Teléfono apagado. Redes sociales en suspensión. Calma y respiración profunda. Solo tú. Y tú.

Reconozco que ya lo tenía interiorizado de antes y que con el Covid-19 y el encierro obligado que vivimos me agudizó aún más esa relación conmigo misma. Pero ahora, con el verano y este cambio de planes, me siento más preparada.

Hemos tenido que dejar a un lado ese «futuro que conocíamos», donde planificábamos viajes, salidas y momentos sin más preocupaciones que las necesarias. Donde vivíamos en una «normalidad rutinaria» que aunque a veces se nos hiciera cuesta arriba, sabíamos casi de memoria.

La vida, nos ha dado un vuelco y nos invita, casi como obligación, a continuar por trayectos que aunque estaban ahí, no veíamos como amenaza o peligro. Todo lo teníamos más o menos medio controlado y ello nos permitía estar en esa zona de confort medianamente conocida.

Pero ya no. Queremos, pero el chip lo tenemos cambiado, aunque algunas personas se empeñen en vivir como si no hubiera pasado nada. Y esto nos afecta en parte porque a la mayoría nos gusta el control de lo cotidiano.

Vivimos en lo rápido, en lo instantáneo. Necesitamos las cosas ya. Nos impacientamos cuando eso, las personas o las situaciones no salen como queremos. El YA es prácticamente parte de nuestra vida: comida rápida, relaciones a golpe de clic, escapadas expréss, servicios clic and go… No nos gusta esperar. ¿Y por qué íbamos a tener que hacerlo ahora?

Conforme vamos cumpliendo años sentimos que el reloj no cesa en su empeño de correr a un ritmo vertiginoso y nadie quiere que se le escapen oportunidades, ni momentos, relaciones, satisfacciones… Vemos el horizonte y queremos las cosas ya porque el tiempo no espera a nadie, y nosotros no íbamos a ser menos.

Y en medio de ese caos que nos generamos con las prisas, con la inmediatez, por ir cumpliendo (o agotando) etapas que nos vayan correspondiendo con la edad, queremos precisamente lo que no tenemos.

La vida en sí, es una inversión a largo plazo. Y ello implica que no siempre tendremos ni los resultados esperados ni en el instante que creamos que nos corresponde. Y es fácil que nos frustremos porque no es como nos lo habían contado en un principio: todo tiene sus tiempos y cada persona los suyos propios.

Sin embargo, una gran mayoría siente que en medio de esta inmediatez que nos rodea y de la que formamos parte, quieren una estabilidad, un para siempre. Pero, ¿Qué exactamente?

¿Buscamos lo que queremos? ¿Nos conformamos con lo que tenemos? ¿Nos dejamos llevar por la inercia ante el miedo?

Echemos un vistazo. Un trabajo que no te termina de llenar, que no te provoca una satisfacción laboral plena, pero hay una retribución (seguramente menor de la que crees merecer) que te permite mantenerte. Una relación más o menos consolidada que sabes está más que terminada, pero dejarla te da más quebraderos de cabeza que estar con esa persona en sí. Y podríamos ir haciendo una lista que seguiría aumentando en función de cada cual.

Para un segundo. Posiblemente no estás donde te gustaría estar. Probablemente desearías otras cosas que ahora no tienes. Y sería interesante tener una bola de cristal que te responda todas las dudas y cuestiones varias que rondan por tu cabeza. Pero la vida es pura incertidumbre.

No podemos cambiar los pasos andados, ni la dirección que tomamos en su momento. Y ello, con total seguridad, te condicionó al lugar donde estás ahora. Pero hoy sí que puedes hacer algo en cada pasito que das, aprovechando cada cosa que te rodea, haciendo lo posible por soltar esos miedos y acariciar esos fantasmas que nos acompañan en ocasiones.

Estoy convencida de que te llegará cuando sepas valorarlo, estés preparada para ello y además, hayas trabajado en ti misma.

Nos leemos en breve. Con amor,

I.

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