Déjame que te cuente del amor

Déjame que te cuente del amor web un te contigo

«El mundo es un vestido rojo.
Sólo hay que atreverse
a bajar la cremallera.
Y morder su carne»

Pedro Andreu

Déjame que te cuente del amor

Hay veces en las que pienso que el ser humano, en general, está equivocado. No sé si lo hacemos de forma deliberada, o por el contrario es todo fruto del libre albedrío. Pero lo cierto es que se nos escapan las mejores cosas de la vida por los miedos, las ideas preconcebidas, las dudas…

Tengo la sensación de que nos hemos acostumbrado a vivir en el allí, ahí, aquel… pero no estamos mucho tiempo aquí.

Da igual el momento, la edad o el día. Nos hemos acostumbrado a ir sobrellevando la vida con los lastres que nos mantienen pegados al pasado, por esas heridas aún no cerradas, por esa experiencia que aún no hemos asumido, por esas carencias que no hemos sido capaces de identificar. Y si hay algo que nos sigue calentando en exceso la cabeza es el amor y todo lo que ello supone.

No voy a hablar sobre los tipos de relaciones que podemos establecer con los demás, pero sí del amor propio y como la ausencia de él nos hace relacionarnos con las otras personas desde una posición de sumisión, de aceptar algo que quizás no deseas, miedo, incertidumbre y de ver como normal algo que en el fondo de tu corazón, sabes que no funciona.

La intuición y el amor siempre he pensado que van casi de la mano. Ese palpito, esa idea que nos ronda por la cabeza, que se siente por dentro y que de algún modo se exterioriza por fuera, que nos avisa, nos pone en alerta para inclinar la balanza en el lado de ese sentimiento tan maravilloso como es el amor libre y pleno, o en el otro lado donde una relación (sea del tipo que sea) nos atormenta, nos frena y no nos deja fluir ni ser al cien por cien.

El tiempo es muy valioso y limitado. ¿Te vas a pasar esos días, meses o incluso años con esa persona que en el fondo sabes no te aporta lo que realmente necesitas, quieres y te hace sentir feliz? ¿Eso es lo que crees merecer?

Pues déjame que te cuente del amor: el amor, el de verdad, el que se siente sin más desde dentro, no lo puede todo. Es más, no podemos estar dispuestas a dar absolutamente lo que somos por ese amor que no es correspondido, con el que apenas compartimos un rato por compromiso, porque toca, porque forma parte de nuestra rutina, porque no sabemos estar en soledad con nosotras mismas.

Del amor propio nos olvidamos muchas veces porque nos han dicho que no podemos ser egoístas, que debemos centrarnos en los demás, hacer que la gente se sienta cómoda con nuestra presencia. Nos han disfrazado de expectativas, de dar a los demás lo que nos gustaría que nos dieran a nosotras.

Es muy sencillo aunque lo complicamos. Lo sé, porque a mí me ha pasado. Las personas merecemos relaciones de calidad y en el amor, eso debe ser un objetivo primordial. No hacen falta excusas, ni palabras bonitas para intentar justificar algo que en el fondo no deberíamos.

Traspasemos la pantalla y acariciemos la piel en lugar del teclado. Escribamos cartas en cada esquina para no perder por donde vamos. No le mintamos al corazón, que él ya sabe de sentimientos. Tocarse es ahora la nueva droga ilegal. Quiero traficar contigo.

Nos leemos en breve, con amor.

I.

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