Del fuego, antes de hacerse ceniza.

Del fuego, antes de hacerse ceniza

«Si usted quiere saber donde está su corazón,
mire dónde va su mente cuando se pasea».
Walt Whitman

Del fuego, antes de

Ardemos aunque nuestro corazón esté helado. Prendemos a pesar de que en ese campo de batalla, otros ya lo arrasaran todo. Sonreímos aún sabiendo lo que se esconde tras los labios que otros ya besaron.

Entre los malabares propios en esta vida nuestra, que pende de los hilos que en ocasiones se manejan desde arriba, nos hemos acostumbrado a hacer de tripas corazones de neón que anuncian la habitación libre que aún nadie ha podido ocupar.

Ya no sé si soy yo o mi alter ego quien se sube a los tacones y deshace los caminos ya andados, recordando en cada esquina los poemas que me recitaste a la luz de la farola que, intermitente, era la única testigo del amor que nos faltaba.

Porque ya no sé si fui yo, o los muchos otros que se enamoraron de esa sombra mía, que tratando de huir tropezó contigo. Y ahora no son dos sino muchos, los moratones que nos recuerdan que las palabras que prometemos cuando el reloj deja de marcar las horas, también dejan de doler en algún momento.

Préstame ese «Te Quiero» que solemos decirle a todos por si hoy me apetece usarlo. Y deja que me suba a tus caderas para viajar a donde ahora nos dejen. Usemos la esquina de la cama para dejarnos caer en la tentación. Devoremos en cada beso la soledad de las noches con velas y silencios embadurnados del sudor que hace unos instantes emanaba de dos cuerpos sin nombre pero con muchos apellidos.

Miro a mi alrededor y aún puedo respirar el atardecer que caía sobre nuestros hombros. Mis: letras, normas, alas.

Porque tus manos agarrando las mías pueden provocar huracanes que queden estampados contra esta pared que aun sigue vacía, sin la silueta de tu cuerpo junto al mío.

Un sueño es aún, una palabra que no se ha hecho realidad. Si a los que luchan por lo que quieren los llaman luchadores, ¿Cómo llamarán a los que se rindieron antes de conseguir su conquista? Eso, quizás, sólo tú lo sabes.

Si nos escondemos, posiblemente nadie nos encuentre. O quizás, los fantasmas que aún guardamos en el armario, dispuestos a terminar lo que otros empezaron. El orgasmo de quien se lo trabaja. El amor, de quien lo promete y lo cumple. Las caricias para los valientes que no temen las consecuencias que ello puede traer después.

Se acercan fechas marcadas en rojo en el calendario. Mensajes clandestinos, bombones rellenos de ausencias, flores que en un par de días quedarán marchitadas y mensajes que serán leídos, a ver si a base de invocar al presente al autor/a del mismo, aparece en nuestra cama las noches de ausencias, abrazando sin temor los miedos que se han instalado como parte de rutinas que ya nos sabemos de memoria.

Os deseo mucho amor. Del bueno. Del que se celebra todos los días y se siente, de verdad, cada noche.

I.

Del fuego, antes de

«Te echo de menos».
Os lo dejo aquí. Por si alguien con más cojones que yo
se atreve a usarlo hoy.
Irene X.

Del fuego, antes de

Please follow and like us:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Social Share Buttons and Icons powered by Ultimatelysocial