«Todo el mundo necesita sus recuerdos.
Mantienen el lobo de la insignificancia lejos de la puerta».
Saul Bellow
Al fin y al cabo siempre pasan los días. Rápidos. Implacables. La vida sin mirar atrás. Anhelando lo que nos viene por delante. El tiempo, con sus horas. Minutos. Segundos.
Latiendo con firmeza. Con un eco en el recuerdo que se pasa el día susurrando que las idas y venidas también tienen su forma de ola, de vaivén, de brisa marina arropada por unos brazos que desde el primer momento sabes, tienen fecha de caducidad.
Hay corazones que se desgastan tan pronto que podemos ver de qué están hechos. Algunos sorprenden por su estado en ruinas camuflado tras el chaleco. Otros enternecen al ver que entre los escombros brotan oportunidades. Están los que por fuera aparentan ser tan fuertes como una roca y por dentro la miel corre por sus arterias. Al final todos estamos hechos del mismo material aunque no esté fundido de la misma manera.
El verano está llegando a su fin. Y con él empiezan a quedarse desnudos los árboles, más desiertas las calles. La gente suele replegarse en sus refugios y hacer vida tras la ventana. El sueño de una noche de verano ya queda lejos. Y empezamos a mirar a un horizonte en el que las puestas de sol se vuelven más breves pero intensas.
Sin lugar a dudas puedo decir que cada día sorprende. Me sorprende. Descubro nuevos matices y abandono la posibilidad de ir más rápida que la propia vida. Soy consciente de que cada segundo no vuelve. Cada oportunidad tiene su segunda vez.
El tacto tiene memoria. Al igual que las canciones. Las risas. Los brindis. Los días largos bañados por el mar y el salitre. Las noches de canciones, barbacoas y juegos de mesa. Descubrir nuevos rincones y volver a pasar por los de siempre. Fotografías. Melodías. Un verano más.
Todo siempre depende de la perspectiva desde la que la miremos. Y con los ojos con los que nos asomemos al mundo. El sentido que le demos. El sentir que tengamos.
Espero que este tiempo de luz, sol, calor y pausa lo hayáis disfrutado. Nos leemos en breve,
Con amor,
I
El sueño de una noche de verano