Querida Mía,

Querida Mía

«… y te escojo a ti en cien vidas, en cien mundos,
en cualquier versión de la realidad.
Te encuentro y te escojo a ti.»
Kiersten White

Volver. Tan importante. Tan necesario. Irse para poder volver. Para que te encuentren. Para encontrarte.

Respirar profundamente y ver el camino recorrido, las experiencias pasadas, los planes futuros. El verano que se termina, el otoño que ya asoma. La vida, en su estado puro. Latiendo. Como el corazón que tenemos encerrado en el abrazo al que siempre volvemos para sentirnos seguras.

Muchas veces la decisión correcta la sabías antes de tomar la errónea. Pero damos una oportunidad. Sentimos que a veces todo puede cambiar. Podemos cambiarlo. Creemos en los milagros. Nos volvemos un pequeño dios jugando con el destino. La intuición que nunca falla. Esa voz susurrante que nos avisa. A la que silenciamos.

Querida Mía, tan tuya a veces. Tan de los demás cuando te encuentran. Tan de nadie cuando te ensalzas con la bandera de la libertad y reivindicas ese lugar al que llamas refugio como patria tuya.

Habrás pensado tantas cosas en este tiempo… Te has imaginado en tantos lugares y momentos como posibilidades sentías en ese instante. No te has escondido pero tampoco has dejado que te vean en exceso. Has reído y alguna lágrima se ha escapado sin saber muy bien qué camino seguir. Te has encontrado y reencontrado varias veces. Y también has dejado marchar a quienes de algún modo, sólo eran un número más en una lista que de poco sirve.

Si aterrizas te das cuenta de que con los pies en el suelo también se puede volar. Como esa frase tatuada en tu espalda «se puede tener raíces y también alas». Porque se puede ser libre a pesar de las cadenas.

He aprendido a escuchar las historias. A hacerlas mías. Disfrutar de cada inhalación. A sentir cómo se llenan de aire los pulmones y cómo la vida viaja a través de cada célula de nuestro cuerpo.

Continuar disfrutando de ese café a media mañana aislada del mundo aún rodeada de gente. A encontrar vida en cada esquina. A emocionarme aún con las pequeñas cosas de la rutina de cada día. Volverte valiente, reconstruir miedos, soltar amarres.

Querida mía, volvería a elegirte aún cuando dudas de tus posibilidades. Cuando crees que no puedes más, y puedes. Incluso en esos días en los que quieres cerrar los ojos y que todo pase lo más rápido posible. En todos esos días con los matices claroscuros, ahí también te elijo.

Porque sí, querida mía, la felicidad siempre, siempre, siempre, va a ser un «Té Contigo».

Nos leemos de nuevo en breve.
Con amor,
I.

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