El tiempo que nos queda por vivir

El tiempo que nos queda por vivir

El tiempo que nos queda por vivir

“¿Acaso crees que puedes vivir toda tu vida entre paréntesis?»
«Los caminos de la libertad», Jean-Paul Sartre

El tiempo que nos queda por vivir

Me gustan los días grises. No por nada en especial, sino porque me hacen pensar por un instante que no todos los días está el sol luciendo con su máxima intensidad, algo así como una pequeña alegoría de lo que es realmente la vida: sus momentos buenos, no tanto, de anhelo o de vivir al máximo sin mirar atrás.

Hay instantes en los que sin darnos cuenta estamos aquí, pero recordando allí. O volamos a un futuro que no existe pero que en ocasiones nos parece muy real. Andamos de ayer a mañana sin reparar en hoy, sin apreciar el delicioso bocado de una comida que hemos preparado sin prisas, capturando el atardecer que tenemos delante o disfrutando una conversación con alguien a quien hacía mucho que no veíamos.

Dedicarnos tiempo a ser conscientes que el tiempo pasa tan fugaz que si nos paramos y nos detenemos, él, pasará por encima sin piedad.

Todos cambiamos de una forma más o menos consciente y eso en el fondo implica un crecimiento. No lo da ni la edad ni el tiempo, sino las experiencias y cómo las aplicados a nuestra vida, lo que hacemos con ellas y lo que ellas hacen de nosotros.

Nos rodeamos de personas que nos aportan, cada uno a su modo y con su grado de ser. Todas ellas que desfilan y pasan por nuestra vida vienen a enseñarnos algo. Sin embargo, del mismo modo que vienen, se van marchando, unos avisando y otros sin más. Como aprendices que somos, vienen a ser esos maestros que traen la lección lista para que la apliquemos una vez hayamos comprendido el mensaje.

Es difícil transitar el camino de cada día estando en lo más alto, exigirnos estar siempre bien, que nada nos afecte, aprender de todo y hacerlo con una sonrisa, autoimponernos ser fuertes, no permitir que lo externo se apodere de nuestro ser y vivir en un mar en calma continuo. ¿A quién vamos a engañar con eso?

A lo largo de este año he descubierto muchas personas de todo tipo. Echo la vista atrás y desde agosto de 2020 al agosto de 2021, en el transcurso de este tiempo he cambiado tanto que hay veces que me miro al espejo y me sorprendo de la mujer en la que me estoy convirtiendo.

Todo a base de mucho trabajo, esfuerzo, aprendizaje, cuestiones y preguntas que se respondían con el paso de los meses. Al final, somos como esa piedra escondida en el fondo de la tierra que a base de procesos internos va saliendo al exterior para brillar con luz propia.

Ojalá todos los seres humanos fuéramos capaces de descubrir lo mucho que valemos. Que no es necesario hacer daño a los demás para ser más que ellos. Somos en la medida que tratamos a los demás y vemos en ellos la capacidad de ser seres de luz.

Trabajamos en distintos niveles, como la tierra. No todos nos encontramos en el mismo momento ni vivimos con la misma intensidad.

Y precisamente en eso radica la belleza del ser humano: de ser capaces de aún ser muy diferentes unos de otros, aportar nuestra luz para permitir que aquellos que aún no saben dónde se encuentran, vean que ellos, cual luciérnaga, también tienen mucho bueno dentro para enseñar.

La sensibilidad con la que miramos al mundo es al final una proyección de cómo nos encontramos por dentro. Y eso, no nos hace débiles sino todo lo contrario.

Nos leemos en Septiembre (estoy preparando un post sobre relaciones y amor que seguro os gusta).

Espero que hayáis descansado y disfrutado de este verano.

Con amor,

I.

El tiempo que nos queda por vivir

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