Feliz Navidad, a tí, contigo.

Feliz Navidad, a tí, contigo.

Celebrar la distancia como quien prepara su meticulosa venganza.

¿Alguna vez has sentido que te arrancaron el corazón a mordiscos? Cierra los ojos. Respira profundamente. R E C U E R D A. . .

Lo sé. Entre idas y venidas de mensajes nocturnos se cuelan los miedos, las dudas, las incertidumbres, pero también las certezas, las evidencias y las monedas lanzadas al aire queriendo que saliera su cara y no tu cruz.

Azotes de la vida en cada beso que te traicionaron. Carmín vertido sobre labios sedientos de pasar página y de tatuar sobre otra piel el daño que otros provocaron. Garitos clandestinos donde quisiste creer que todos los gatos son pardos, que todas las promesas que en su día te prometieron quedaron expuestas sobre esa misma mesa, con ansias de llevarte a la cama de alquiler por horas. Te vendieron oro a precio de sexo en el cuarto de atrás.

Da igual. Ese pasado no te pertenece. Escapar y ocupar están en la misma conjugación verbal de infinitivo pero en otro tiempo formal. Somos dos pensando ser pero no en igual momento. Eres esa canción que quieres cantar pero de la que sólo te sabes el estribillo. Eras, así, un soplo en medio del huracán, la ola que te arrolla mar adentro y te escupe en otro punto del planeta lejos de los sueños que quisiste cumplir.

Navidad. Eras. Y pudiste seguir siendo. Pero fuiste. Tiempo de llenarse de los vacíos que otros se afanaron en fabricar. De soplar y que te pidan en deseo. De sonreír y abrir lo que otros encerraron. Dejar para que otros puedan entrar.

Feliz Navidad, a quienes creen que incluso en la más profunda oscuridad aún piensan que en algún momento se prenderá una pequeña luz que nos guiará hasta la puerta o ventana más cercana. Feliz Nochebuena a quienes brindan con el corazón libre de cualquier perjuicio, de cualquier mentira, miedo o duda.

Y así, en medio de canciones, intermitentes de colores, abrazos distanciados y regalos que ya sabemos lo que contienen, sobre todos y todas las personas siempre está la causalidad más casual. Que por más que te empeñes en que las cosas vayan por un lado, la vida te irán empujando por donde debes caminar.

Amar el silencio de los significados. Acariciar los signos, experimentar los cambios, componer melodías con las letras de tus dedos sobre mi pecho, pedir que te den sin nadar a contracorriente. Pecar de intensa y aceptar a la bestia interna que otros han ido domesticando.

Dar una oportunidad. Y no quitártela a ti misma.

Feliz Navidad, a tí, contigo.

Con amor,

I.

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