«La gente buena, si tienes la suerte de encontrarla,
puede cambiarte la vida…»
Mark Twain
La vida siempre ofrece pequeños regalos para quien esté dispuesto a querer (y saber) recibirlos.
Cumplir años, con salud, una familia que te quiere, una persona con quien compartir tu día a día, amigos que son un apoyo, con trabajo que te ilusiona y con nuevos proyectos en el horizonte es sin duda, motivo de felicidad. Y yo no puedo sentirme más afortunada.
Parece mentira que haya pasado un año de mi vida y eso, indudablemente, me hace reflexionar sobre lo que muchas veces «planeas» y sobre cómo al final las cosas suceden del modo que deben hacerlo. La vida, siempre te sorprende.
Me miro al espejo y aunque veo la misma chica de todos los días sé que algo ha cambiado en mí. No mucho. Ni poco. He ido transformando mis pasos casi sin querer, queriendo, adaptándome a las circunstancias, a la realidad, a los tiempos… El cambio es lo único constante y por eso, nosotros, también.
El mejor regalo no son las cosas materiales, sino los momentos que vives, las personas que se quedan en tu vida, los instantes que te provocan una enorme felicidad, pero también, aquello que de un modo u otro hace darte cuenta de que la vida pasa muy rápido y nada vuelve.
Feliz nueva vuelta al sol niña de sonrisa infinita. La que ha sido capaz de ponerse en pie más veces de las que creía. La que lucha por sus sueños y a pesar de los golpes sigue insistiendo porque cree en ella ciegamente. Esa que trata de sacar todo lo positivo, de resolver los problemas con optimismo y la que es especialista en hacer de un momento corriente, uno muy especial.
Con mis defectos, mis cicatrices y miedos. Pero a pesar de ello, luchadora incansable que trata a toda costa de hacer felices a quien le rodean. Haciendo las cosas con amor.
Vivo rodeada de letras e imágenes. Tratando de dar luz a cada instante y de encontrar respuestas a dudas que ni siquiera se han planteado. Con sueños por cumplir, con más velas que soplar y con instantes que fabricar.
Me siento tan afortunada que el corazón tiene un motor de combustible infinito. Aunque nos encontremos baches en la carretera. A pesar de que puedas ver señales que te quieran llevar por caminos que no te son conocidos.
Soplar las velas y que te conviertas en deseo. Esa sonrisa justo antes de ver las caras de los demás que te rodean en la mesa. El regalo de tenerlos a ellos. Un año más. Y yo con ellos.
Feliz nueva vuelta al sol, con vistas a la luna. Con mi lunático favorito. Brindando desde la habitación de las primeras veces.
¡Muchas gracias por seguir aquí! Nos leemos en breve. Con amor,
