«Quizá el tiempo se mida en palabras.
En las palabras que se dicen.
Y en las que no se dicen».
«La voz dormida», Dulce Chacón
El otro día estaba liando los regalos de navidad y pensaba en cuánta ilusión le haría a mi hermana al quitarle el papel que lo envolvía. Llevo tiempo pensando qué regalarle a cada uno y algunos regalos los llevo guardando desde hace unos tres meses.
Me gusta dedicar tiempo a las cosas y no soy de las que deja todo para el último momento. Disfruto casi más regalando que recibiendo, aunque valoro el cariño y esfuerzo que hacen. Al final, como siempre digo, uno da lo que lleva dentro. Y la ilusión de compartir ese momento es lo que hace tan especial estas fechas, al menos, para mí.
He quitado el freno del acelerador después de un año lleno de cambios. Cambios que muchos de ellos no me esperaba pero que al final, te das cuenta de que son lo mejor. Siempre he repetido como un mantra «lo que sucede, conviene» y no hay día que no respire profundamente y sea consciente de que es así porque yo lo veo así. No tiene sentido aferrarse a situaciones, lugares o personas porque todo sigue su curso, fluye de algún modo y como el otoño deja desnudas las ramas para dar paso a la siempre bienvenida primavera, hay que dejar tiempo para recoger aprendizaje.
No son los sitios. Son las personas. No es el momento, es lo que te hace sentir. Y es al final esa ilusión el motor que nos mantiene vivos, el que nos impulsa a salir de la cama y hacerlo. El tener metas está bien como objetivo, pero le hace falta combustible.
Y cada una sabe dónde se encuentra. O de dónde lo saca. Al final la ilusión no deja de ser una expectativa.
Muchas veces, cuando veo fotografías compruebo que hay ilusiones, emociones, sensaciones… que no se pueden ocultar detrás de un filtro, o con un hashtag. Y es que lo compartes porque estás tan feliz, tan ilusionada, que querrías gritarlo a los cuatro vientos. Eso forma parte del proceso.
Esta época es maravillosa para quienes tienen personas en su vida que son soporte, ayuda, un hombro en el que reír y una mano que te acompaña cuando necesitas llorar. Es una fecha en la que se hacen presentes los ausentes. Añoras. Sueñas. Piensas. Recuerdas.
Pero también es un momento para volver a empezar. O continuar. Es un momento en el que querríamos que todo quedara un instante en pausa y disfrutar. El aquí y ahora. El carpe diem.
La ilusión de compartir. De compartirnos. Compartir(te). De recordar, de vivir, disfrutar. De sentir que estás donde debes y además, donde quieres y sientes.
Mis mejores deseos para estos días. Nos leemos en breve. Con amor,
I.