La inteligencia busca, el corazón encuentra

La inteligencia busca, el corazón encuentra

«La existencia del pasado depende de la cantidad de presente que le demos,
y es posible darle poca, darle ninguna». 
Juan Carlos Onetti

Todos tenemos cientos de historias que hemos vivido aunque en parte no todas estén en nuestro presente. Pero esa tinta que corre por nuestras venas es también nosotros.


Es de noche. Solo me acompañan las velas que he encendido, alumbrándome por una asombrosa luna llena y algunas estrellas que desprenden tanta luz, a cientos de miles de kilómetros, como ciertas personas. Como ciertas palabras.

Tengo la guitarra a mi lado. Después de un par de años he vuelto a cogerla. Y a tocarla. Y a dedicarme esa canción que compuse cuando no sabía que viviría este momento. Porque no todo se puede prever. Ni todas las melodías las podemos tocar en la misma compañía.

La brisa me da en la cara. Miro al cielo y sé que en algún punto indeterminado de la geografía infinita me estás pensando. Quizás tú no. Ahora no lo sabes.

O tú tampoco. Pero crees que existo. Y me imaginas.

Pero tú sí. Y aunque no quieras, tratarás de no pronunciar el nombre equivocado con la persona que ahora consideras presente. Con quien inventas salidas por no entrar en tu vida en ruinas.

Y tratarás de no volver al lugar al que brindaste con esa botella de vino que se agotó en una hora entre besos y versos. Entre palabras y gestos. Entre lunas locas y lunáticos.

Qué fácil puede resultar follarse un cuerpo sediento de dudas. Falto de caricias de verdad. Con palabras. Con miradas de doble intención. Fugazmente se termina a veces en una cama que lleva muchos días sin hacerse. En medio de la desolación de quien pretende ocupar vacíos con almas inocentes.

Me gusta contemplar lo que queda después de que haya arrasado el huracán. El paso del tiempo. La tormenta. Tienen una belleza inusual. Algo ecléctica. Quizás porque es ahí donde permanece la esencia. La belleza real de unos cimientos cubiertos de vino y rosas.

Podemos jugar con las palabras. A. Antes. De. Después. Pero mientras…

Encima. Con los puntos sobre mis íes. Suspensivos. Inacabados. Categóricamente pendientes.

Fluyendo sobre unas sábanas que me guardarán en la memoria por muchos lavados que tengan. Por otras habitaciones de alquiler por horas que aparezcan.

Primeras veces que por ley de vida se volvieron las últimas sin pretenderlo. Palabras que salían artificiosas por bocas nuevas reconstruidas a base de cincel y cuerpos volátiles. Fotografías que pertenecen no a quien se pone delante de la cámara sino a quien dispara desde atrás.

La inteligencia busca, el corazón encuentra. Las ilusiones se marcan con fecha de caducidad esperando que les pases la lengua por esa tapa que quitas ferozmente sin anestesia para devorarla antes de que se desvanezca.

Hay lobos con capa de caperucita. Y hay caperucitas que en lugar de rojo visten de azul. Rebeldes. Que hacen odas a la inmensidad que otros provocaron. Portan la llave de los grilletes de quienes le quisieron poner ataduras a un alma libre que extiende las alas a base de letras.

Si la inteligencia busca, el corazón encuentra. Y se deja llevar. Sube a lo alto de la azotea. Besa sin parar. No le da vértigo la distancia. Ni la altura. Le gustan los retos. Hace de retales historias que pocos comprenden. Rara vez se detiene. Sonríe cuando se enamora. Le encanta la soledad acompañada de un abrazo que encaja perfectamente con el silencio de quien encuentra cuando se daba por perdido.

Nos leemos en breve. Feliz verano! Con amor,
Inma.

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