«…La vida a veces te regala argumentos contra la soledad».
Luis Alberto de Cuenca
Otra semana más que pasa tan veloz como el aleteo del colibrí. ¿No os da la sensación, a medida que nos hacemos más mayores, de que el tiempo pasa muy rápido? Es una pregunta que me hago con demasiada frecuencia. Y he llegado a la conclusión de que es precisamente porque la estoy disfrutando y viviendo al máximo.
La percepción del tiempo es muy distinta cuando estás inmersa en algo que te gusta y/o motiva a cuando estás en el modo «espera». Por eso hay que disfrutar y aprovechar todo. Y precisamente por eso no hay que lamentarse demasiado cuando algo no va bien: todo pasa.
Reconozco que el paso del tiempo nos hace más cautos pero también más conscientes de que si no ahora, ¿cuándo? La vida es una sucesión de pequeños «ahoras» que pretendemos atesorar para siempre. la vida es un sueño que se hace realidad. Lo que crees, lo creas. Y si crees en ello, harás todo lo posible, lo que dependa de ti, para alcanzarlo.
Estos días de ha dado por echar un vistazo a algunas fotografías en papel, de esas que gusta ver de vez en cuando. He visto a esa Inma que no ha cambiado mucho físicamente desde entonces, pero que veía el mundo con otros ojos y sentía las cosas de otro modo. Me ha despertado ternura, cariño y algo de nostalgia. Ha hecho que recuerde quién quería ser. Sólo hay que mirarse en el espejo y ver en quién te has convertido. Y me siento orgullosa, feliz. No hay mayor conquista que la de arrebatarse los miedos a golpe de efecto.
No sé si lo habéis hecho alguna vez. Os recomiendo que de vez en cuando, cojáis una fotografía vuestra, donde sólo salgáis vosotros. Habladle con el mismo amor con el que lo haríais con la persona que más queréis. Esa personita aún vive en ti. Y te va a acompañar hasta el fin de tus días.
La esencia tuya, lo que perdura con el paso de los años, tú mismo, has confiado en tus capacidades, te has ayudado a superar los miedos y has hecho que estés donde te encuentras hoy. Has ido contracorriente y has desobedecido del mismo modo que buscaste alguien que te prestara ayuda y atención en los momentos en los que dudabas de tus capacidades.
Aún te hace creer en las primeras veces. Te anima a que sigas luchando por encontrar aquello que piensas que está ahí fuera para ti. Hace que te ilusiones, que sigas y también que te detengas. Cualquier cosa es posible mientras el corazón empuje con fuerza.
Porque a pesar de lo sinuoso del camino, de la incertidumbre y de los cambios que nos provoca la vida, siempre, siempre, siempre, lo que sucede, conviene. Y es que como os he dicho anteriormente: «lo que crees, creas».
Hay personas que, cual milagro, hacen volver a resurgir de las cenizas a quien se había provocado incendios en medio de la nada. Y también las que convierten el infierno de la noche en una clamorosa primavera. Existen quienes con un simple mensaje hacen brotar de las entrañas la sonrisa más sincera que creíamos anestesiada.
Qué fácil mirar a unos ojos que te dicen: «quédate un ratito más» sin que medie palabra alguna. Las ganas de abrazar tan fuerte que en medio de este frío invierno florezca entre nosotros infinitos conjugados en perfectos tiempos verbales.
Entre las imperfecciones que cada uno lleva en su vida a modo de mochilas y parches varios, aparezca quien de un plumazo, mande todo eso tan lejos que aún teniendo el mapa para encontrarlo, construya caminos de vuelta.
La vida nos regala argumentos que nos dejan desnudos ante un corazón que escribe solo lo que los dedos le van marcando.
Y que al girar la esquina, los besos acumulados nos encuentren. Que la luz de la farola alumbre nuevos futuros mientras la fugacidad del tiempo pasa a nuestro lado. La vida es un sueño que se hace realidad tantas veces como abras los ojos. Si me despiertan, no me interrumpan, que los deseos, no se construyen solos.
Con amor,
