Todo o Nada

Todo o Nada

«Solo unos pocos encuentran el camino,
otros no lo reconocen cuando lo encuentran,
otros ni siquiera quieren encontrarlo.»
Alicia en el País de las Maravillas.

Todo o nada

He escrito y borrado muchas veces este post. De hecho, en esta semana he tenido tantos momentos de inspiración que me han dado para escribir varias entradas que iré programando poco a poco.

Sin embargo, conforme escribía, sentía que no era la que realmente quería publicar. No este viernes. Y hoy, en un pequeño respiro, ha venido mi compañera y amiga M. a sacarme del ordenador y entre risas y algún resquicio de sol, hemos hablado en la parte de atrás sobre cómo complicamos las cosas los seres humanos.

-¿Pido demasiado?-me ha dicho en un WhatsApp esta tarde. –Yo creo que es imposible.

Le he dicho que no. No pedimos demasiado. Quizás se lo pedimos o lo esperamos de la persona equivocada. Y quizás volvemos de nuevo a creer en los milagros, en adaptarnos a sus tiempos, a tener miedo a ir más allá, que nos dejen (algo que no podremos controlar nunca) o a que consideren que «nuestra forma de demostrar afecto» es diferente. Y nos reprimimos, dejamos de ser como somos para convertirnos en la persona que la otra persona espera.

¿No será todo más fácil de lo que pensamos? ¿Nos empeñamos en tratar que algo funcione a toda costa? ¿Por qué un para siempre hipotecado en lugar de construir una ilusión día a día? ¿Por qué ansiamos esa necesidad de querer controlarlo todo y de sentirnos seguras mañana, sin saber en qué punto nos encontramos hoy?

Quizás, querer que alguien se enamore de ti a cualquier precio es esperar que ese otro te de la falta de amor que te tienes. Y eso, es darle una llave (metafórica y literal) a alguien que quizás no sabrá cuidar de la mejor forma.

Todo o nada. Hay momentos en la vida en los que hay que ser determinantes. ¡Basta ya de relaciones en estado de coma!. O estás viva o estás muerta. O te quieren o no.

Lo sencillo, sano y natural es estar con alguien desde la elección y no desde la ansiedad. Que alguien quiera estar contigo no desde el lado del miedo a la soledad sino desde el lado de la tranquilidad y la calma.

Parar. Ver, donde no te habías parado a mirar y darte cuenta de que quizás, llevabas un tiempo buscando algo que ya te había encontrado. No hay que perseguir a quien se aleja. Cuando alguien te quiere, elige estar contigo a pesar de poder estar sin ti.

Que el fin del día te pille sonriendo. O buscando excusas absurdas para que ese mensaje te llegue de vuelta.

Ojalá todos tus prejuicios salten por los aires cuando alguien te enseñe que las cicatrices son el tatuaje que la vida nos hace sin pedir permiso. Y que alguien, sin pedírselo, se enamore de ellas. Que te las bese con tanta ternura que las convierta en el mapa de regreso cuando te creías perdida. 

Que en medio de la incertidumbre que tantas noches te ha arropado, ante la ausencia de un cuerpo que te acostumbró a la herida, alguien custodie tus miedos. Que desnude tus problemas y los deje sin argumentos a los pies de la cama. Que cuando menos te lo esperes, ante cualquier duda, los asuste con un simple abrazo.

Que disfrute derribando los monstruos del día a día, bailando con la rutina de entre semana y con la nostalgia del domingo. Alguien que cuando te coja la mano te invite a entrar en su humilde morada sin fecha de caducidad (aunque nos hayan contado que eso no es posible).

Y que cuando mires el reloj, estando a su lado, se detenga el tiempo.

Sed felices. Mis mejores deseos,

I.

Todo o nada.

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