Los recuerdos que capturamos

Los recuerdos que capturamos

«Uno tiene que ir muy lejos, para saber hasta dónde se puede ir».
Heinrich Böll

Los recuerdos que capturamos

Acostumbro a pasar las fotografías del móvil a un disco duro, por aquello de que si le pasa algo al móvil, pueda tener guardadas las imágenes de todo lo que he ido capturando. Y aunque existe «la nube» y otros medios de almacenamiento, creo que es el momento en el que le dedico realmente tiempo a disfrutar y ver foto por foto.

Debido a ello me he dado cuenta de que guardo demasiadas imágenes. Y no es algo que considere fuera de lugar, pero sí es algo que me ha hecho cuestionarme si realmente fotografío para recordar, para compartir o por tener.

Antes (no hace tantos años), teníamos un carrete (o como mucho dos) para cuando salíamos de viaje. Y teníamos que pensarnos muy mucho eso de a qué o a quién disparábamos. Eran 24 o 36 exposiciones las que teníamos, con la incertidumbre de si habrían salido bien. Apenas había opción a repetir. Y mucho menos a comprobar o «retocar» esa imagen. Era pura. Tal y como la habíamos capturado.

Y ahora, con el móvil nos pensamos fotógrafos, artistas, retratistas… Y tras hacer un numero de fotografías, en ocasiones hasta desproporcionado, las dejamos ahí, almacenadas, excepto las que compartimos en nuestras redes sociales. Ahí. Solas. Sin prestarles atención. Guardadas.

A raíz de aquello, he aprendido a capturar más «ese instante». Y borrar de la memoria del teléfono todas las demás. Aprender a vivir y disfrutar más ese momento sin preocuparme tanto de hacer. Aunque cuesta, es cierto. Podríamos hacer algo parecido con las personas que acumulamos en nuestra vida.

No trato de hacer un símil, pero reconozco que hace tiempo tuve que hacer una pequeña criba con los números de teléfono y esa interminable lista de contactos de quien hasta olvidabas dónde lo habías conocido o en qué trabajo te habías cruzado con ella.

Papeles, libros, personas, amores, fotografías, lugares… Todos pasan por nuestra vida con algún propósito y para enseñarnos algo. ¿Pero cuánto de ello estamos dispuesto a soltar?

Qué complicado es ir ligeros de equipaje y dejar esos «por si acaso» que casi se convierten en más de la mitad de la maleta. Lo que nos complicamos por aferrarnos a lo que ya se ha ido.

Hablando con una amiga ayer, comprobamos que muchas veces dejar, soltar, es la forma definitiva de asumir que ya no existe algo, aunque fuera en el pasado algo maravilloso: un viaje, una cena, un regalo en forma de libro con dedicatoria, un abrazo en un punto de la ciudad, una fotografía que te provoca una sonrisa…

Era. Eras. Y ahora, será parte de ti, pero no tú. Como esa cicatriz que me recuerda que estamos vivos, aunque en su día, durmiéramos soñando despertar.

Nos leemos en breve. Buen comienzo de semana!
I.

Los recuerdos que capturamos

Please follow and like us:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Social Share Buttons and Icons powered by Ultimatelysocial