Porque estás cuando te busco y apareces cuando lo necesito.

Porque estás cuando te busco y apareces cuando lo necesito

“No sé, yo sólo quiero sentir tanto como puedo,
es de todo lo que trata el alma”.
Janis Joplin

Porque estás cuando te busco y apareces cuando lo necesito.

Dicen que los amigos son la familia que se elije. Y como en cualquier familia, con el paso de los años te das cuenta de los que están, los que aparecen, con los que ser y a los que dejar.

Hoy me apetecía escribir sobre esas personas que se presentan como una casualidad en tu vida y se convierten en parte de tu día a día. Los que hacen que en los días grises, unas buenas risas, todo lo calmen.

Reconozco que con el paso de los años una se vuelve más selectiva. Y quizás también es cuando te das cuenta de quiénes son esas personas a las que puedes llamar verdaderamente amigos. Una prueba de fuego que no todos pasan.

A lo largo de nuestra vida siempre hay personas que van y vienen. Y los llamamos amigos porque creemos que lo son. Pero hay situaciones, acontecimientos, momentos, que hacen replantearte hasta qué punto a esa persona le queda grande el lugar que le dimos.

Sin embargo, no es tanto la actitud de los demás, sino cómo nos comportamos nosotros con ellos lo que determina realmente si esa unión, ese vínculo es real o simplemente un simulacro.

¿Quiénes son realmente esas personas a las que llamamos amigos?

Porque estás cuando te busco y apareces cuando lo necesito

Para mi es estar cuando los buscas y aparecer cuando los necesitas. Y como en cualquier tipo de relación, todo debe ser recíproco. De nada sirve una etiqueta si luego no hay acciones que se correspondan. Al final es un cúmulo de circunstancias, de tiempo, que hace que le demos el honor (o nos lo den) de ser amigos.

Porque conocidos hay muchos, personas varias con las que ocupar nuestro tiempo. Pero que te entiendan, que te conozcan, que sepan de tus locuras, tus gustos y aún así no te juzguen por ello. Porque puedes ser tú sin miedos.

Y ahora me voy a dirigir a vosotras. Sí. Vosotras. Quienes escucháis mis largos audios (o podcast) y recordáis cada detalle. Porque ese café, las copas o la comida se alarga hasta que el reloj nos echa a otro lugar.

Con quienes planeo escapadas a París, Roma, Egipto o NY aunque sólo lleguemos a la vuelta de la esquina.

Con ellas siempre hay ganas de reír, de quedar, de salir o entrar, aunque la agenda no siempre nos acompañe.

Porque si alguna está mal, o ha tenido un mal día, o necesita hablar simplemente por desahogarse, las otras están (estamos) aunque sea al otro lado del teléfono, en forma de videollamada o WhatsApp.

Por esos vídeos que nos sacan una sonrisa, las fotos, las canciones, los cursos, los trucos de belleza, las interminables conversaciones sobre hombres (y quién los entiende), sobre el amor y la vida.

Y es que saber que estáis hace más bonito cada día. Con vosotras. Con mis mujeres valientes, decididas, luchadoras y constantes. Enamoradas del amor, disfrutando de lo que nos toca, salteando cada obstáculo que la vida nos pone a veces. Llorando juntas y riendo sin parar. Porque no se trata tanto de ser, sino de estar. Y no de cantidad, sino de calidad.

Por todas esas conversaciones, por las que nos quedan. Por los sitios que descubriremos juntas, por los momentos que tenemos que vivir. Esos brindis, esas botellas, lo mucho que somos cuando estamos juntas.

Gracias, en mayúsculas.

Os quiero.

I.

Porque estás cuando te busco y apareces cuando lo necesito

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