Fluir: cuando resistirse no es la opción

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Fluir: cuando resistirse no es la opción

«Cuando llegues al final de lo que debes saber
estarás al principio de lo que debes sentir»
Khalil Jilbran

La vida se nos presenta de improvisto. No viene con un manual de instrucciones al que acudir para preguntar cómo debemos actuar, o por qué sentimos de una determinada manera o por qué las cosas no salen del modo que esperamos que sean.

Hay que reconocer que las realidad en la que vivimos ayuda bien poco a querer de algún modo «controlar» lo que nos rodea y tener previstas todas las variables. Y si eso en algún momento ha sido parte de nuestro día a día, ahora, mucho más si cabe.

Mucho se habla de fluir, dejar que las cosas vayan sucediendo a su modo, de no aferrarse, incluso de dejar que se acomoden a la nueva realidad. Pero, ¿y si no es eso lo que quieres? ¿Hasta qué punto hablamos de resignación o de aceptación?

Vamos a tratar sobre cómo podemos enfrentarnos a esas situaciones cotidianas (o no tanto) y cambiar el enfoque (si es que es eso lo que queremos hacer). Porque parto de la base de que si realmente sientes que no hay sintonía entre lo que quieres, debes y sientes, hay que hacer un ajuste.

LO QUE CREES, LO CREAS.

Desde que lo leí una vez en un libro, esas palabras resuenan en mi cabeza cuando hay algo que se instala en mi y no me dejan ver con claridad hacia dónde dirigirme. ¿Hasta qué punto aquello que realmente queremos que sea, es?

«Lo que el corazón quiere, la mente se lo muestra». La primera vez que se lo escuché al Dr. Mario Alonso Puig, me hizo reflexionar mucho porque pensé, ¿estoy condicionando con mi sentir lo que quiero ver? ¿Proyecto lo que llevo dentro allá donde me encuentro y por donde voy?

Así llegue a la conclusión de que el plan para que las cosas salgan (a veces bien, a veces mal, tal y como se presentan en la vida), no es tanto pensar en el por qué, sino en el cómo quiero verlo.

¿Qué me aporta esta situación? ¿Qué puedo aprender de ello?

Claro que nos cuesta soltar. Y más cuando nos acomodamos a la rutina y el entorno, aunque no nos guste, nos sentimos cómodos/as, porque ya sabemos eso de «más vale malo conocido que bueno por conocer» «mejor algo que nada». Pero eso no es fluir. Eso no es dejar que las cosas se acomoden a su ritmo. Forzar no es la solución. Tampoco es esperar un golpe de efecto o de magia y ver que todo sale bien o según lo previsto.

Así que vamos a parar un momento y vamos a reflexionar. ¿Qué hay en tu vida que sientes que te impide avanzar? ¿Dónde sientes que realmente no eres tú? ¿Crees que ese trabajo no te realiza laboralmente? ¿Esa relación te consume energía o no te sientes en paz? ¿Te rodeas de amistades que no te aportan porque la soledad te da miedo?

No te resistas. Sopesa y haz balance. Mira con perspectiva y perdona todo aquello que te dijiste (y que pudiste decir a los demás). Trata de enfocarte en lo que te suma. Y sobre todo trata de hacer aquello que realmente te hace feliz. Ahí fluyes de la forma más auténtica.

Nos leemos en breve, fluyendo, con amor,

I.

Fluir: cuando resistirse no es la opción

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