“La única regla del viaje es:
no vuelvas como te fuiste.
Vuelve diferente”.
Anne Carson
Productividad Tóxica
Sin duda los cambios están a la orden del día. No nos queda más que adaptarnos y aceptar que la vida es constante transformación, bien a propia iniciativa o porque la vida nos «obligue» a ello.
Considero que en este tiempo se está perdiendo la individualidad. Tratamos de encajar en un sistema, en una sociedad y formar parte de un grupo como tal, dejando a un lado lo que realmente somos. Silenciamos nuestras opiniones, asentimos con desgana, no escuchamos lo que sentimos y nos dejamos llevar por la inercia. Apelamos al «más vale malo conocido que bueno por conocer» porque conforme cumplimos más años queremos calentarnos la cabeza lo menos posible. Porque lo que no queremos es que nos molesten. Y cuanto menos nos cambien la rutina, mejor.
¿Cuántas veces necesitamos/queremos hacer algo para «cambiar de aires» y luego nos sentimos fuera de sitio? ¿Y la de veces que salimos a desconectar y sentimos que nos cuesta o no podemos?
Al final, sentimos esos ruidos a nuestro alrededor y nos desubicamos de nuestro verdadero centro.
¿Te das cuenta de que hemos llegado a un punto el que nos parece un lujo parar y tener tiempo para ti?
Sentimos que tenemos que hacer muchas cosas, ocupar esos espacios en blanco, tener una agenda con eventos, decir que sí a todos los planes que nos proponen (o a la mayoría de ellos), llegar exhaustos a la noche y sentir que el fin de semana es muy corto para hacer «todo lo que nos queda pendiente y no hacemos entre semana»
Y así, día a días, se nos pasa la vida. Y nos llegamos a convertir en seres que hacen muchas cosas pero que disfrutan pocas. Es lo que yo llamo «Productividad Tóxica». Sentir que si no llegas a esa determinada meta, no cumples con esos objetivos o dedicas demasiado tiempo a ti, estás fallando.
Para. Respira. ¿No te das cuenta de que al final se nos pasa la vida y vamos de puntillas? ¿Cuánto hace que no lees un buen libro de esos que dejas para cuando tengas tiempo? ¿Y dejar sin contestar ese mensaje para otro momento porque ahora simplemente vas paseando por la calle o estás tomando un café?
Nos hemos acostumbrado a estar siempre haciendo algo. El no hacer nada parece que nos manda directos al abismo. Y nos pasa que nos agotamos y lo sentimos como algo «normal» porque es lógico con el ritmo de vida que llevamos. Pero si nos sentamos en el sofá a no hacer nada, empieza nuestra cabeza a maquinar lo que tenemos pendiente, lo que podríamos estar haciendo…
Por eso hay que saber darle prioridad a lo verdaderamente importante. Hay que saber desconectar y conectar con nuestra esencia. Y saber disfrutar de vez en cuando de no hacer nada, porque eso ya es algo.
Nos leemos en breve.
Con amor,