Por tí, por mí y por todos mis compañeros.

relaciones pasajeras y sexo clandestino

relaciones pasajeras y sexo clandestino

Posiblemente seas el hombre de mi vida,
pero sinceramente, en este momento, me vienes fatal.

Lo que quema, duele. Hasta que llega un punto en el que muere. Entonces en ese momento, deja de existir.

¿Cuántos fantasmas tienes escondidos en el armario, entre ese vestido negro que sólo te has puesto una vez o entre la camisa blanca perfectamente planchada oculta tras la chaqueta que aún huele a ella? Seguramente más de los que imaginas. Es lo que tiene el ir cumpliendo años: que ya no estás para superar las expectativas de cualquiera.

Conversaciones que te llevan a reflexiones curiosas. Palabras que le dan una vuelta de tuerca a ese tornillo que parecía, habíamos perdido. Enzarzados en cuestiones varias, cuando unos se quejan del sexo contrario, otras de la calidad de las relaciones, pero nadie propone soluciones.

Hablamos por hablar. Todos, parece, queremos lo que no tenemos, y una vez lo hemos conseguido, ¿Cómo lo tratamos? Relaciones, sexo, tira y afloja, quién se queda encima y quién se pone debajo, quién cede y quién se somete. Celos, dejadez. Mensajes de whastApp, emoticonos varios y pensamientos clandestinos.

Al final, la edad se carga las mariposas. Preferimos la paz y la tranquilidad que el hormigueo del principio que sabemos, por muchas películas que hayamos visto, tiene fecha de caducidad. Pero obviamos pensar en esa parte mientras la sonrisa se haya instalado en nuestra cara cual mueca tatuada.

La danza del cortejo con todas sus fases, las palabras que traspasan el otro lado del teléfono, las intenciones y su cara oculta detrás. Ya nadie va a pecho descubierto porque la coraza tiene las balas que otros dispararon.

Si antes sí, ahora ya no. Si antes querías a alguien extraordinario, ahora lo anormal es encontrar a alguien relativamente normal. Nos quejamos, nos echamos a la calle a la caza de brujas y diablos que sepan contarnos la historia que nosotros nos hemos montado en la cabeza.

Que sí. He tenido mucha suerte de encontrarte después de deslizar a derecha e izquierda en esas noches aburridas donde el reloj pasaba tan lento. Por supuesto que este tiempo juntos ha sido alucinante. Que a lo mejor desaparezco, o me doy cuenta d que no estamos preparados para mantener más esta relación.

Que no. No eres tu, soy yo. Que estoy jugando a perderte y te he ganado. He salido a ganarte y al final, aposté más de la cuenta. Que ni caperucita era tan inocente ni el lobo se la comió al final. Que los cuentos, para quien los escribe.

Estoy jugado al escondite. ¿Lo ves? Y cuando menos te lo esperes, saldré y gritaré como ya he hecho en muchas ocasiones: «por tí, por mí y por todos mis compañeros»

Date la vuelta. Apóyate en la pared. Cierra los ojos. Empieza a contar: uno, dos, tres…

Nos encontramos en breve. O no.
Con amor,

I.

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