«Los dos guerreros más poderosos con los que se puede contar
son la paciencia y el tiempo».
León Tolstói
¿Qué tal ha ido la semana? Espero que muy bien. Parece que poco a poco vamos dejando atrás el verano: ya casi todo el mundo se ha incorporado al trabajo, vuelta al cole, hace menos calor (aunque este finde las temperaturas han sido algo altas) y en definitiva, seguimos con el ciclo natural de la vida.
Todo a nuestro alrededor va evolucionando. Y nosotras mismas también lo vamos haciendo. A veces de forma más radical y otras algo más sutil, pero lo cierto es que estamos viviendo tiempos de cambios.
Aunque todas las estaciones tienen su encanto, se acerca una de mis preferidas: el otoño. Y considero que como cualquier aspecto de la vida, con su metáfora, es el momento en el que nos desprendemos de aquello que no somos.
Mirar las noticias es darnos de bruces con una realidad de la que a pesar de ser conscientes, poco podemos hacer por cambiar. Si nos paramos a analizar la guerra no es más que personas matándose por ideas contrarias e intereses que quizás, los que están a pie de línea tampoco comparten. Subidas de precios de productos básicos que deja a las familias en situaciones complicadas. Volvemos a hablar de pobreza en términos relativos. Y la naturaleza se está secando, quemando y destruyendo a pasos gigantes.
¿Qué está pasando en el mundo? ¿Qué estamos haciendo con él?
Sin duda dan ganas de meternos en nuestra pequeña guarida y refugiarnos de todo lo que nos rodea. Vamos sobreviviendo como buenamente vamos pudiendo. A veces preguntándonos cómo es posible que no hayamos aprendido a cambiar, por qué no ver el mundo desde otro punto de vista. Y otras veces mirando como simples espectadores mientras «no nos toque».
Dejando a un lado todo ese caos que nos afecta a nivel emocional y social, creo que un poquito de luz en medio de todo esto está en nuestras manos.
Siento que tengo necesidad de estar más en contacto con la naturaleza, de respirar entre los árboles, de disfrutar del silencio de una puesta de sol. Aprovechar un ratito para leer un libro, mantener una conversación con alguien con quien hacías tiempo que no veías o hacer un bizcocho (a fuego lento) mientras escuchas algo de música de fondo.
No sé si es por todo lo que venimos arrastrando desde hace tiempo o la edad (o quizás ambas cosas), pero siento cada vez más la necesidad de vivir hacia dentro aprovechando las pequeñas cosas de la vida.
También he aprendido a soltar aquello que no quiero que forme parte de mi vida. Y reconozco que me costaba porque quería como «darle otra oportunidad». Pero las oportunidades son limitadas y prefiero dármela a mí que a otra cosa Y lo mismo pasa con las personas.
Hay momentos en los que nos da por recordar, por echar de menos. Del mismo modo nos ponemos a pensar en lo que podrá ser, cómo queremos que transcurran las cosas o cómo nos gustaría que acontecieran los hechos. Pero simplemente hay que disfrutar y aprovechar cada momento. Más aún con la incertidumbre que viviemos.
Espero y deseo que vengan momentos buenos. Y también que no nos olvidemos de que a pesar de las condiciones, podemos ser felices. Y también hacer que los demás, lo sean.
Gracias por leerme.
Con amor,
Tiempos de cambios