Un café a solas

Un café a solas

Lo que no se dice, no existe.

Si no se recuerda, no se vive.

Lo que no se nombra, no es.

«Prólogo para una guerra», Iván Repila

Nunca nos fuimos. Simplemente pasamos de un estado a otro, como el agua. Porque si nos prenden fuego, llegamos a ebullición. Pero si nos dejan a nuestro aire, nos convertimos en vapor, el mismo que ayuda a dejar mensajes escritos en el espejo del baño.

Así, no puede cualquiera olvidarse de tí.

El mundo sigue girando, al compás de nuestra cabeza y de los pensamientos que en ella se van acumulando. Todo va llegando, pasando. Y nos alcanza. Nos atrapa cual tela de araña.

Y nos dejamos llevar porque de lo contrario, ¿qué pasaría?

Hoy me apetecía tomarme un café a solas, mientras reflexionaba sobre la necesidad de tomarlo en compañía. Sobre esos momentos en los que nos gustaría dejar a un lado lo que conocemos y lanzamos a la piscina. De esas sonrisas que iluminan penumbras, de las conversaciones infinitas, de las confesiones a media noche.

Me apetecía hablar de ellas. Y de él. De todos. De mí. Los que están y de los que se fueron. De los que te invitan y de los que se quedan pendientes. Los cafés que se enfriaron y de los que ahora se están haciendo. De los que pasean con bozal y de los que están deseando que se lo quiten.

He aprendido a cantar canciones sin dedicarlas. También me han enseñado a disfrutar la melodía sin saberme la letra. Y como no podía ser de otro modo, también a ser música que escuchamos en bucle.

He estado mirando mis sitios favoritos y he aprendido a ubicarlos en el mapa. El mismo punto donde quiero perderme para encontrarme. De una mano. No más.

Quiero llenar mi vida de primeras veces. Vivir como si lo de antes no hubiera existido. Como si de repente cualquier tiempo pasado sólo hubiera sido un ensayo de la verdadera obra que queremos disfrutar siendo nosotros los protagonistas.

Quiero escribir el mejor guión que haya podido leer nunca. Y disfrutar de cada escenario, sobre un paisaje que despierta de estos dos meses dormido, sobre una cama nueva, desde mi colina preferida para ver un atardecer.

Y las copas. Brindaremos. Por nosotros. Por nosotras. Porque no hay nada que pueda contra las ganas. Al final el roce hace el cariño y del cariño no se quita uno tan facilmente.

Pero también diremos adiós. Ojalá lo digas sin miedo. Y también saludes a todo lo que está por venir. Porque todas esas primeras veces te van a mantener con vida y harán que tu corazón siga latiendo, pero a un ritmo diferente.

Sí. Me apetece tomar ahora un café a solas. Pero contigo. Y una canción de jazz. Ver con ojos nuevos la vieja ciudad. Disfrutar los zapatos nuevos sobre el camino ya andado. Seguir disfrutando de cada latir del corazón con el sentir de quien descubre otro sabor favorito. Hacer nuevas letras, amar sin final, donde todos los principios sean puertas por abrir.

La curiosidad simplemente le recordó al gato que de las 7 vidas que tiene, le bastaba una para aprender, que después de la tempestad, viene la cama. En boca cerrada, miles de besos. Querer, es tener. Y yo, lo quiero todo.

Nos leemos en breve. Con amor,

I.

Please follow and like us:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Social Share Buttons and Icons powered by Ultimatelysocial