Aprendiendo a silenciar los ruidos

Aprendiendo a silenciar los ruidos

«Te deseo una primavera mejor,

y que todo en torno tuyo te permita ser como eres,

ser lo que eres».

María Zambrano

Aprendiendo a silenciar los ruidos

La vida cambia. Nos cambia.

Hay veces que sin saber cómo o por qué, aparecen de repente frases, libros, películas, personas… que te enseñan lo que en ese momento necesitas. Podemos llamarlo señales, casualidad o simplemente suerte.

Pero lo cierto es que tras una conversación que se quedó resonando en mi cabeza durante varios días, me di cuenta de que con bastante frecuencia últimamente, no era capaz de tener la mente tranquila.

¿Cómo voy a conseguir quedarme en paz y en calma con las noticias que nos llegan últimamente de la guerra, la tristeza de esas familias que se quedan sin nada, huyendo a otros países, la subida de precios, la incertidumbre de si todo irá a más…?

Es muy difícil vivir ajenos a lo que nos rodea. Y eso, de algún modo u otro va calando en lo más profundo de nuestro ser y quizás cuando menos te lo esperas salta y toma vida propia. Como suele suceder, a más que intentas callarlo, más fuerte parece que te hable.

Así que intentando dar una explicación (o encontrar una solución) para sentir el equilibrio entre el ser conscientes de lo que pasa y mantener la salud emocional (y mental) a raya, di con un artículo.

Es cuanto menos curioso leer que: “podríamos considerar como una enfermedad cuando no se deja de pensar y vivimos en un constante ruido mental que impide disfrutar de la vida”.

Paremos un instante. Reflexionemos sobre esto.

¿Podríamos decir que vivimos entonces en conflicto permanente? ¿Carencia de salud a gran escala por todo lo que llevamos arrastrando de unos años aquí? Porque dadas las circunstancias en las que transcurre nuestro día a día, es casi imposible no pensar que de algún modo u otro, aunque suene muy fuerte, tenemos una «enfermedad latente» provocada por la sociedad en la que vivimos y las circunstancias que atravesamos.

Cada vez se escucha con relativa frecuencia: “no salimos de una y nos metemos en otra”. Demasiada incertidumbre, miedo, desolación e incluso añoranza por lo que fue y esperanza por lo que pueda venir.

Al final, poniendo un poco los pies en el ahora y en las pequeñas cosas del día a día, nos damos cuenta de que con independencia de la realidad, que es esa y no otra, por más que nos gustaría, todo está en nuestra cabeza.

Mantenemos conversaciones, hacemos suposiciones y teorías varias tratando de darle explicaciones a lo que simplemente quizás no lo tiene. Porque no siempre vamos a tener una respuesta (la que queremos, la que deseamos, la que nos gustaría).

A veces la vida consiste en simplemente vivir y aprovechar cada segundo. En no plantearse tantas preguntas sino en saber responderlas de la mejor forma posible. Mirar más en nuestro interior, escuchar esas voces y también en aprender a silenciarlas.

¿Acaso hay un remedio infalible para ser conscientes y a la vez no caer en un agujero negro o espiral?

Por si os sirve de ayuda, así es como yo estoy aprendiendo a silenciar o apagar esos ruidos constantes que vienen de fuera y también los que generamos dentro estas pequeñas tareas:

-Actividades varias que impliquen movimiento: andar, bailar, practicar algún deporte, limpiar, cocinar etc.

-Actividades que se puedan hacer sentada y relajada: escribir, leer, poner música, practicar meditación etc.

-Hablar con otras personas sobre temas diversos evitando los que generen más ruido (mejor si es en persona).

-Hacer una actividad gratificante y que lleves tiempo posponiendo por falta de tiempo.

-Darte algún capricho: salir a comer a ese restaurante que te apetece conocer desde hace tiempo, comprarte esas botas que te hacen ilusión, programar algún viaje aunque sea cercano.

-Estar más en contacto con la naturaleza: hacer alguna pequeña ruta o excursión por un parque o sendero, respirar profundamente, hacer fotografías al atardecer…

Todo lo que suponga desconectar de la rutina puede ser un pequeño respiro que nos de más energía y fuerza para seguir. Y parar. También es muy necesario cuando sentimos que hay que ajustar y readaptar lo que somos y quiénes queremos llegar a ser.

Nos leemos en breve. Con amor,
I.

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