Cuando soltar no es suficiente

Cuando soltar no es suficiente

«La paciencia es la cosa más dura para el espíritu.
Pero es lo más duro y lo único que merece la pena aprender.
Todo lo que es naturaleza, desarrollo, paz, prosperidad y belleza en el mundo descansa en la paciencia; requiere tiempo, silencio, confianza».
Hermann Hesse

Últimamente parece que está de moda aprender a soltar y dejar que las cosas fluyan solas. Y la verdad, es que como teoría está bastante bien. Pero a la hora de la práctica, vemos las cosas de otra manera.

Hablando el otro día con una amiga sobre las relaciones y esa necesidad que a veces se tiene de poner etiquetas a las cosas (por el simple hecho de comportarnos conforme a lo que eso significa), llegó a un punto en el que me dijo: «Inma, es que yo prefiero que las cosas fluyan solas y no agobiarme». El problema es que su «relación lleva fluyendo» más de un año camino a ninguna parte.

Sabemos que no podemos forzar las cosas del mismo modo que no podemos hacer que la otra persona cambie o suceda un milagro que nos de aquello que queremos. Siempre he mantenido que todo requiere de un proceso, de esfuerzo, de intentarlo, pero sabiendo que llegado un determinado punto, si por ahí no es, lo mejor, es dejarlo marchar.

No podemos coger el reloj y agitarlo con intensidad para que el tiempo pase más rápido o quitarle la pila para detenerlo. Sabemos que cualquiera de las dos opciones son totalmente absurdas.

Fluir, como concepto está muy bien, pero sin duda, hay que trabajarlo. Sería irracional pretender que las cosas se arreglaran y salieran solas por arte de magia cuando sabemos que no va a ser así.

Y es que cuando soltar no es suficiente, fluir no es tan fácil. Porque tendemos a poner el «MI» delante y lo hacemos posesivo. ¿Y quién va a dejar ir lo que considera que le pertenece?

No se trata de luchar o dejar de hacerlo, sino de usar esa inteligencia emocional, ese sexto sentido, intuición, y por supuesto, la comunicación, para saber que cuando las cosas no van como deberían, como SENTIMOS que deberían ir, lo más sabio que podemos hacer, en cualquier ámbito de nuestra vida, aunque cueste, es soltar.

Y no tratarlo como un fracaso, sino como un aprendizaje. El tiempo no da la razón. Ni cura heridas. Simplemente lo hace el mirarte al espejo y comprobar que a lo mejor, aferrarnos a lo que nos duele, nos molesta, no nos llena o no es como esperábamos, es no dar paso a nuevas oportunidades. Es sencillamente, no quererte lo suficiente.

Cuando echas la vista atrás, sabes que no puedes ya cambiar nada. Sin embargo, aún tienes oportunidades por delante para conseguir tus propósitos. Deja que la vida fluya, pero enseñándole el camino que te gustaría seguir.

Nos leemos en breve. Con amor,

I.

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