Déjame que hoy te cuente

«Y trato de imaginar cómo se vería la luz
de una vela cuando está apagada»
Lewis Carrol.

Déjame que hoy te cuente

Los días. Y vosotros. Nosotros. Ellos. La vida en su suspiro más próximo al suelo que al cielo, con las hojas susurrando que hay caminos que nos llevan a la perdición. ¿Acaso alguien interpretó correctamente las marcas que llevamos escritas en nuestra piel? El mapa donde más nos perdemos.

Un sueño que se cumple no es más que un intento repetido una y otra vez, de quien incansable ha luchado contra los titánicos convencimientos de unos y otros por destronar lo que por probabilidad podría no cumplirse.

Son muchas las luces encendidas en casas habitadas en solitarios pensamientos que al caer la noche se abrazan en una almohada fría, en ocasiones rodeados de fantasmas que les traspasan. Mirarse en el espejo y comprobar que tras el reflejo suele haber más sonrisas que lágrimas, más éxitos que fracasos.

Estoy pensando que hay paseos que nos permiten encontrarnos donde nos gustaría perdernos. Y abrazar tan fuerte que los cristales que otros rompieron nos recompongan cual canción sonando de fondo en un atardecer dorado.

Y hablar. Miles de letras conjugadas en infinitos infinitivos, con planes pospuesto a un mañana que aún no conocemos. Risas aplazadas detrás de las pantallas. Brindis al aire sin fecha en el calendario. Besos separados por máscaras. Reuniones a varias bandas o WhastApp de buenos ánimos compartidos y reenviados con la misma ilusión.

Déjame que hoy te cuente, que te haga un viaje a ese lugar pendiente que todos tenemos, a lo que ocultan tus ojos brillantes o esas manos que crean magia al rozar el instante perdido. Ese café que no termina de enfriarse, el cigarrillo que nos consume o el mensaje que nos provoca la sonrisa que no vemos.

Porque sí, déjame que te cuente que el tiempo pasa, el reloj sigue marcando las horas, incluso a quienes nos resistimos a llevarlo. Las estaciones siguen su curso mientras las observamos desde algún punto indeterminado de la ciudad. Que el silencio a veces nos dice más cosas que mil párrafos escritos a cuatro manos.

Todo pasa y todo llega de una forma casi tan misteriosa como mágica. Prometemos por hablar, creemos por decir… ¿Quieres ser mi música de domingo? Aún nos quedan 7 días por semana para volver a encontrarnos.

Nos leemos en breve. Con letras, vidas y una única verdad.

Con amor,

I.

«Ten paciencia conmigo. Porque a veces el mundo, la víbora del tiempo y del pasado, cabe entre dos palabras. Y repta por la vida, por caminos sin nadie, por ciudades, con su puñal de olvido. Porque el mundo es así, y vengo herido, ten paciencia conmigo».
Luis García Montero