Otra semana más. Una mezcla de sentimientos y emociones por haber dejado atrás otro mes. Pero la incertidumbre de lo que queda y cómo se presentará lo que aún queda por delante nos nubla la vista. Y es lógico.
Así que entre tés, conversaciones, lecturas pendientes, rayos de sol y lluvia, los días van pasando, tratando de encontrar el lado positivo a todo esto. Hay momentos de todo tipo, tamaño y magnitud. Miedos más o menos lógicos, incertidumbre sobre cómo será esa vuelta a la «normalidad» tan distinta a la que conocíamos.
Por eso, entre espacios en blanco y las horas que van pasando por el reloj y por nuestra vida, creo que es cuando estamos teniendo las conversaciones más curiosas, especiales y meditadas.
Y ya que nos da por pensar, hablamos de amor y las relaciones. ¿Por qué da para tanto este tema? ¿Qué tiene que nos engancha?
Hablar sobre el amor que mereces es empezar a hacer una reflexión profunda sobre qué grado de amor tienes hacia ti. Ese amor propio, esas palabras que te dedicas cada día frente al espejo y todas esas conversaciones que mantienes en tu cerebro.
¿Acostumbramos a que nos traten los demás en el grado en el que nos queremos? ¿Llegamos a acostumbrarnos al amor mediocre? ¿Es eso amor realmente? ¿Es lo único que nos queda?
No. El amor no son migajas. No son espacios en blanco o un pasatiempo. Tampoco ocupar momentos de soledad o llenar vacíos.
El amor que mereces. ¿Es que hay unos que logran un mayor amor que otros? ¿Hay grados en esto?
Si os soy sincera, me inspiré para escribir este post tras varias conversaciones a lo largo de este tiempo. Ahí me di cuenta de que no podemos acostumbrarnos por la rutina, desesperación o desilusión a un amor que no nos llena. No podemos estar en relaciones donde lo que queremos es salir corriendo aunque no nos movamos de donde estamos.
Hay diferentes tipos de relaciones y parejas así como personas. Y cada una arrastra en su mochila experiencias pasadas y los cambios que ha podido experimentar. Por eso deberíamos ir aumentando ese amor personal y no dejar que nos vendan amor a cualquier precio.
Hay muchas formas de amar. Y muchas formas de expresar cuánto queremos y cuánto nos quieren. Pero es nuestra forma de ver el mundo y de vernos a nosotros mismos lo que nos hace saber si ese amor es lo que queremos en nuestra vida.
Ya sabemos que no es un camino fácil. También sabemos que las princesas no necesitan ser rescatadas y que hay príncipes de diferentes colores, no sólo azules. El tiempo pasa muy rápido y el reloj parece emocionarse cuando cumplimos años incitándonos a cumplir con todas las expectativas sociales, pero no podemos vivir al ritmo de otros.
¿Qué amor merezco?
Esa es la gran pregunta que deberíamos hacernos todos antes incluso de caer en el enamoramiento.
Viene después de esa fase donde la droga de las hormonas danza a sus anchas por nuestro cuerpo. Ahí es cuando empieza la verdadera batalla.
Antes debemos tener claro cuáles son los puntos por los que no vamos a pasar. Y hay que decirlos. Callarlos sólo implican dolor y frustración a lo largo de ese camino juntos.
1+1 no siempre son dos. Sí matemáticamente. Pero emocionalmente hay muchos factores que están presentes y requieren ajustes. Todos vamos evolucionando y pasando por diferentes momentos en nuestra vida que pueden incluso trastocar esos «yo nunca». Al final, la felicidad es la que reina en todo el proceso.
El amor que mereces es el que te aporta paz, alegría, complicidad, cariño y momentos de intimidad. El que te apoya y te valora. Te quiere con tus días grises y tus días de euforia. Está pero te respeta la libertad de ser como eres. El que no te cambia. El que se implica en tu mundo y lo hace también suyo.
Una relación con amor se trabaja cada día por parte de los dos. Por eso, no dejes de quererte, porque la mejor forma de querer y dejarse querer es hacerlo tú primero.
Nos leemos en breve. Ánimo! Ya va quedando menos.
I.