Entre puntos y comas

Entre puntos y comas un te contigo web

«Afortunadamente siempre existe otro día.

Y otros sueños. Otras risas. Y otras personas. Otras cosas».
Clarice Lispector

Creo que llevo toda la vida escribiendo. No entiendo mi vida sin las letras, sin mi portátil y sin un folio en blanco en el que pueda plasmar todas esas ideas que van pasando por mi cabeza.

Reconozco que es algo así como una adicción. Como esas que tengo de las que en el fondo me siento tan orgullosa. Las que forman parte de mí, de mi forma de ser y de mi mundo.

Cuando cae la noche es el momento ideal para que aparezcan los fantasmas, las musas o las ideas en forma de relámpagos o latigazos. Nos flagelamos por lo que pudo haber sido, por lo que fue y soñamos con un futuro incierto conjugado a partes iguales con las ganas y las dudas.

La otra noche, de esas en las que parece misión imposible cerrar los ojos y poner la mente en blanco, saltó una conversación. De esas que quieres tener pero no encuentras el momento. O no lo quieres buscar, porque prefieres dejar las cosas en su sitio. ¿Preferimos recordar las situaciones mejor de lo que fueron? ¿Queremos quedarnos sólo con lo bueno una vez ha pasado el tiempo?

Lo cierto es que desde hacía unos cuantos meses tenía un pequeño dilema entre puntos y comas. Como si yo me afanara en poner demasiadas pausas en algunos instantes y otras personas decidieran que era mejor un punto. Los signos de puntuación siempre tan elocuentes.

Tengo que confesar que soy más de puntos suspensivos. De dejar en el aire eso que puede interpretarse de mil maneras diferentes, según el momento del día, del estado de ánimo. Y sí, me cuesta mucho decidir cuándo es el momento oportuno para, entre todos los párrafos decidir que es el momento de poner un punto y final.

Los voy alargando tanto que prefiero ir poniendo comas, una tras otra. Y mientras lo pienso, es lo que más se parece al pelo rizado que se alborota, cuando una exclamación se acerca a nosotros. ¿Somos más de interrogantes? ¿Nos gusta más hacernos preguntas entre las encrucijadas de la vida, en lugar de disfrutar simplemente de lo que tenemos delante?

Posiblemente sea una forma de interpretar la vida entre puntos y comas. Y las relaciones. Y eso que nos da por llamar amor, aunque en el fondo sólo sea huir de algo. O de alguien. Hasta de nosotros mismos.

Quizás, entre tantos puntos y comas, en medio de las musas que aparecen vestidos de principitos, nos enamoramos de esa armadura que llevan. Y como ya la hemos llevado nosotros antes, sabemos lo que cuesta dejar que lleguen más allá de esa coraza.

Y no queremos que se oxide. Ni tampoco ser una simple coma entre conquistas de reinos. Pero esas confesiones, por mucho que queramos verlas como lo que son, terminan por descubrirnos que quizás, simplemente, no podemos ir rescatando a quien debe rescatarse solo.

Podría haber sido. O quizás no.

Era. Así, en pasado. Con sus puntos y comas. Con un tú y yo. Pero sin un nosotros. Y quizás, es lo que más me gusta ahora de ello. Sin poner nombres, ni etiquetas. Con todos los puntos sobre las íes. Con su punto y final.

Empezar otro libro. Otra hoja. Otro renglón. Con un sí porque ya, no.

Nos leemos en breve. Con amor,

I.

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