«Pensaba en lo lleno que está el mundo de coincidencias,
en cómo todos esperamos algo». «
La señal que se espera -Antonio Buero Vallejo
Miedos, dudas y conversaciones trascendentales
Abrirse en canal y colmarse por dentro. Abrir las alas y caer a un vacío lleno de plumas. Sonreír y escucharla de vuelta.
La vida, tal y como la conocemos, no es como nos lo habían contado. Nadie nos advirtió de adversidades, de incertidumbres, tiempos de reflexión, miedos, planes que no se cumplen del modo que esperamos…
Nadie nos pregunta si queremos vivir. Ni cómo. Simplemente lo hacemos. Por inercia. Y ahí viene el problema. Cuando nos limitamos a dejarnos llevar sin ser conscientes de que a pesar de que no controlamos todas las variables que nos rodean, podemos coger las riendas y tomar una actitud diferente, sin alejarnos de la manada a la que pertenecemos.
Los años van pasando y esas metas que nos habíamos puesto para cumplir, van alejándose o acercándose en ocasiones, sin que podamos hacer mucho más. Y eso está bien. ¿Nos proponemos las metas o en el fondo, nos las imponen?
No somos una lista de requisitos por cumplir ni las expectativas de nadie.
¿Esto que estás haciendo hoy,
te hace feliz?
Ese debería ser nuestro mantra, sin escuchar a nadie más. Da igual que no sigas la norma. No importa que tengas tus propios tiempos, tus gustos distintos al resto.
Y como esas reflexiones se suelen mantener, más ahora en estos tiempos que nos han tocado vivir, vía WhastApp, con audios largos que vienen divididos en capítulos varios, me hizo replantearme si al final, no terminamos por convertirnos en aquello que en el fondo, detestamos.
A vosotras mujeres, como yo, treintañeras, valientes, decididas, empoderadas, luchadoras, enamoradas. A todas vosotras que habéis decidido que vuestra felicidad vale todas las guerras que habéis ganado, que nadie va a venir, a deciros cómo y cuando están las cosas bien hechas. Que apostáis por una sonrisa que enamora a esos fantasmas que en el pasado amenazaron con que la soledad iba a ser vuestra fiel compañera. A quienes habéis puesto punto y final marcado con cada lágrima derramada a una relación que no llevaba a ningún lado, a un trabajo que os quitaba vuestro preciado tiempo, o a una amistad que aportaba más reproches que momentos felices.
Porque podemos no ser perfectas, pero cada cicatriz que nos hace únicas, nos recuerda que somos muchas las que estamos marcadas. Gritamos en el mismo idioma y no vamos a permitir que nadie venga a cambiarnos esa contraseña.
No somos una etiqueta ni un título. Porque las etiquetas se quitan y los títulos, se terminan guardando. Y yo no estoy preparada aún, para que me quiten lo que tanto tiempo, esfuerzo y amor propio me ha costado alcanzar.
Nos leemos en breve. Con amor,
-¡Tengo respuestas! ¡Tengo respuestas!
¿Quién tiene una pregunta?
Alejandro Jodorowsky
Miedos, dudas y conversaciones trascendentales