«La vida se contradice tanto que uno
se las arregla como puede con la vida».
Antoine Saint-Exupéry
Respirando a pleno pulmón
Sábado. 20:20 de la noche. Noviembre. Y aquí estamos, después de unas semanas de vértigo, de ir por la vida pasando de puntillas, tachando de la agenda la mil y una cosas que quedaban pendientes. De hacer malabarismos con los horarios para poder estar en todas partes sintiendo que en el fondo no estaba en ningún sitio porque estaba perdida sin mí.
Y es que así es la vida a veces. Caprichosa. Vertiginosa. Curiosa. Cada día, nos enseña cosas nuevas y nos recuerda viejas palabras que pensábamos no íbamos a decir. Nos contradice en creencias y nos alumbra en mitad de pensamientos circulares recurrentes en los que, sin lugar a dudas, caemos cual pozo sin fondo buscando respuestas a preguntas que sólo nosotras podemos contestar.
Respiro profundo. ¡Qué pocas veces lo he hecho en estas semanas! Y sin embargo, como cuando te alegras de volver a ver a alguien, o lo conoces por primera vez, he sonreído y me he dado cuenta de que al final, el centro siempre lo llevas contigo.
Y es que me he parado a pensar en lo rápido que pasa todo, bueno o malo tiene un final. Pero no reparamos en ello. Día a día, noche a noche creemos en lo mucho que nos queda por hacer, planificamos viajes, cenas, conversaciones, nos hacemos ideas, andamos por la vida como si dispusiéramos de todo el tiempo del mundo.
Pero hay un instante en tu vida (o muchos de ellos) que te hacen poner los pies en la tierra y reclamar tiempo de calidad, conversaciones que te llenen, momentos que te alegren el corazón, compañías que sumen a tu vida. Y dejas de hacer planes a largo plazo, de creer que tienes todo el tiempo del mundo para dedicarlo a lo que realmente quieres y te importa.
Siempre he sido muy de vivir el presente sin agobiarme en exceso por un futuro que no existe, pero llevo un tiempo en el que disfruto más si cabe con hacer de cada día un regalo, incluso en esos en los que piensas el horror que supone salir de la cama con el frío que hace fuera, o cuando llevas prisa y se te pone alguien delante que parece ir a cámara lenta. Incluso cuando haces las cosas con cariño y amor y le dan la vuelta a las cosas y te quedas rumiando todo lo que podrías haber dicho y dejaste pendiente.
Todo suma y todo nos hace aprender. Y tener este ratito de relax conmigo, olvidando si es sábado o otro día cualquiera, tomar una infusión caliente mientras una vela de olor a galletas se va derritiendo poco a poco y el horno sigue preparando la deliciosa cena, ha hecho que sea consciente de que la vida esta pasando. Es aquí. Y es ahora.
Nos leemos en breve, respirando a pleno pulmón la vida.
Con amor,
I.